lunes, 5 de diciembre de 2011

Laberíntica revuelta marital

Hoy desentrañe los viejos secretos que en el pasado, engañosamente remoto, solían verse con claridad entre la marejada de experiencias entretejidas que conforman los “continuos instantes”. Me sentía como un zombie, un remedo de lo que fui ayer. Lo único que en verdad sucedió es que me aleje de mi fuente. Les cuento que hace mucho tiempo me case, antes de ser adolecente creo yo. Lectura, así se llama mi esposa, las cosas siempre marcharon bien entre ella y yo a pesar de que nuestro matrimonio fue arreglado por nuestras insanas familias. Pasar la pubertad entre semejante compromiso es arduo… Como en todo matrimonio, Lectura y yo teníamos nuestras singulares rencillas, las más duras se proyectaron como separaciones que impedían la comunicación entre ambos, desatando memorias tan vivas cual si fuesen tiempos mejores. Todo esto como consecuencia de la nostalgia que se disparaba con cruel anticipación. Hace no mucho tiempo, Lectura y yo sufrimos demasiado dentro de nuestra peculiar relación, decidimos separarnos un tiempo… El tiempo ha pasado y he tenido bastantes vivencias que me han marcado de por vida, fueron duras en su mayoría pero otra cosa yo contaría si a ella no la hubiese mandado tan lejos como posible me fue. Hoy, después de años, tome la de por si tardada iniciativa de volver a su lado. Habré de demostrar que el tiempo sin ella me ayudo a comprender que lo único que deseo en esta vida es seguir por siempre a su lado. Esta es una estúpida historia que se me ocurrió mientras mataba el tiempo, considerando lo imbécil que me he vuelto y sentido desde que preferí pegarme a los juegos en línea y mundanas transmisiones televisivas que succionan mi cerebro, frutos obtenidos después de abandonar el único habito que lograba transportarme a la absoluta realidad telepática.